MODELO Y PATRONO DEL MUNDO HISPÁNICO

El término “mundo” se usa hoy de una manera “equívoca”, es decir, engañosa y falsa. El ejemplo más frecuente es el de “tercer mundo”, que ya tiene su adjetivo correspondiente: “tercermundista”, usado también de forma arbitraria y casi siempre despectiva e injusta.
“Mundo”, en su verdadero sentido semántico, es un conjunto de ideas y sentimientos comunes, de creencias, costumbres y proyectos compartidos, durante siglos, por un grupo humano que ha dejado su huella en la Historia. Esto es, en opinión de Julián Marías, lo que realmente constituye a las muy diversas nacionalidades de la Monarquía Hispánica. Si algo merece llamarse un “mundo” es el Mundo Hispánico. Ligado, además, por una gran lengua común, el castellano, entendido en Brasil, incluso por los Indios, como hemos comprobado, desde los tiempos del Padre Anchieta.
 

Prescindiendo, obviamente, de pasajeras formas políticas (Portugal y Brasil se desgajaron en el siglo XVII; Hispanoamérica y Filipinas en el XIX, ahora parece que lo desean igualmente otras “nacionalidades’ hispanas de la península), en el fondo, nuestro Mundo Hispánico “aún cree en Jesucristo” y ha dado de Él testimonio, hasta el martirio, a lo largo de veinte siglos y en todas las latitudes del planeta.

Por cierto, ¿no hay alguna diferencia entre el “injerto” de Hispania en América, con sus Leyes de Indias, durante el siglo XVI, mezclando vida y sangre, porque TODOS eran hijos de Dios, y el “colonialismo” de otros “mundos” en Africa durante el XIX, buscando solamente riquezas materiales? Sin Leyes de Indias, sin verdaderos intercambios de cultura y de sangre y de derechos humanos fundamentales.

Otro detalle, que puede parecer baladí. Cuando decimos “Inglaterra” para nombrar a una determinada nación, tomamos la parte por el todo. El todo es el Reino Unido (UK). Igualmente, cuando decimos “España” tomamos también la parte por el todo. El nombre de “España” es también ambiguo, y por eso he procurado no usarlo en esta biografía. El Padre Anchieta no perteneció a “España”, sino a las “Españas”.
 

En el ámbito eclesial, el Arzobispo de Toledo se llama “Primado de las Españas”. Ahora bien, el de Tarragona, en “Cataluña”, y el de Braga, en “Portugal”, reclaman también para sí el título de “Primado de las Españas”. Felipe II fue el primer “Hispaniarum et Indiarum Rex” (“él es mi rey de verdad”, decía la ciudad de Vitoria en el auto anchietano), como lo hubiera sido cincuenta años antes Don Miguel de Portugal, el infante que descansa con sus abuelos, los Reyes Católicos, en la Capilla Real de Granada.

Repito que prescindo de “pasajeras formas políticas”. Mucho más ha cambiado, en sólo el siglo XX, el resto del mapa de Europa. Y no solamente en  los Balcanes...

El Mundo Hispánico, en su profunda realidad histórica, fue totalmente ignorado, cuando no vilipendiado, en 1992, al cumplirse el V Centenario de la 1NTEGRACION DEL MUNDO, por la acción conjunta de Castilla y Portugal. La evangelización del Nuevo Mundo, con todos sus defectos humanos, es la obra cultural más grande de la Historia de la Humanidad. Con la transfusión de la que llamó Rubén Darío (también hoy olvidado) “sangre de Hispania fecunda”.

Pues bien, si hay alguna figura histórica que pueda ser MODELO PERFECTO de ese Mundo Hispánico es nuestro Beato José de Anchieta. No hace falta demostrarlo después de la lectura de esta breve biografía. Lo que necesitamos es su pronta canonización. Él no tenía prisa, como vimos, ni en ordenarse de sacerdote. Pero nosotros, sí. Nunca faltan flores en su sencilla imagen de la Catedral de La Laguna. Ni en su monumento de tan difícil acceso en el cruce de la Esperanza.

Aunque eso no es todo. Lo que hace falta es que ahondemos en su conocimiento y fomentemos su devoción. El Sr. Obispo de La Laguna, Don Felipe Fernández, durante el inolvidable 7 de diciembre de 1996, cuando bendijo la nueva Parroquia de la Concepción en Santa Cruz de Tenerife, terminó su alocución con este pequeño poema del Apóstol del Brasil a la Virgen Inmaculada:

Oh niña, hermosa estrella,
lucero de nuestra vida,
chiquita como centella,
mas de Dios engrandecida,
Y
MÁS HONRADA,
Y MÁS QUERIDA,
SIN PECADO CONCEBIDA.

Sois mayor que todo el cielo,
y en el vientre estáis metida,
más cubierta con el velo
de la gracia sin medida,
Y MÁS HONRADA,
Y MÁS QUERIDA,
SIN PECADO CONCEBIDA.

Vos, niña, sois el comienzo
de la vida prometida,
y pariendo a Dios inmenso,
seréis virgen y parida,
Y MÁS HONRADA,
Y MÁS QUERIDA,
SIN PECADO CONCEBIDA.

Esto es lo que nos falta. Y lo que pretendo con esta pobre biografía. Que desde el Prelado hasta el último fiel de Tenerife conozcamos e invoquemos al Beato José de Anchieta; que en ninguna de nuestras iglesias falte una imagen o algún cuadro suyo como el de la Basílica de Candelaria. En Brasil son continuos los “favores” que alcanza del Señor para sus devotos, el Beato José de Anchieta, ¿por qué no ha de ser lo mismo en Tenerife y en todo el MUNDO HISPÁN1CO?

Cuando el Padre José murió dulcemente en Reritiba el 9 de junio de 1597, los Superiores decidieron darle sepultura en la Iglesia de Santiago de Vitoria, capital de Espíritu Santo. Su féretro lo llevaron los indios entre rezos y cantos piadosos. “No pesa”, “no pesa”, decían, entre el dolor y el alborozo. Cinco días tardaron, caminando por la playa o subiendo y bajando los acantilados.

El Administrador Apostólico (con funciones de obispo) de Río de Janeiro, que presidió las solemnes exequias, lo llamó por vez primera “el Apóstol del Brasil”.

 

<-- anterior
siguiente -->