CAMINO DEL SACERDOCIO

Asegurada la paz en el Sur, manda el Padre Nóbrega al Hermano Anchieta que suba a Bahía para ordenarse de sacerdote. Acompañaría hasta Río de Janeiro al Padre Gonzalo de Oliveira, destinado a la nueva ciudad, y “visitaría”, en nombre del Superior Provincial todos los puestos de Misión de la costa.

Después de haber estado casi siempre solo, a veces sin Misa ni Comunión, va a vivir durante año y medio en el Colegio de Jesús de la ciudad de Bahía, donde se congregan más de 20 religiosos. Casi como en el Colegio de Coimbra. Anchieta va a gozar de un segundo Noviciado, entregado a la oración y al estudio de la Teología.

Su facilidad para leer y escribir le va a permitir resumir los libros de los más eminentes profesores de Salamanca y redactar en latín seis Poemas Eucarísticos. Las órdenes sagradas se las confiere, en 1566, el segundo Obispo del Brasil, Don Pedro Leitao, que había sido compañero suyo de estudios en Coimbra.

En el primer Proceso de Beatificación se han conservado algunas frases atribuidas al Prelado:

El Obispo del Brasil decía del Padre que era un gran siervo de Dios y una lumbrera que la Compañía tenía en estas partes... La Compañía en el Brasil es un anillo de oro y su piedra preciosa es el Padre José... Más haré lo que dijere ese Canario que todos los demás de la Compañía, porque es el espejo en que todos pueden mirarse...

El Padre Pedro Rodríguez, su último Provincial y primer biógrafo aclara esta última frase:

Lo llama Canario, así por ser el Padre natural de las Islas Canarias, como porque este nombre tenía en los estudios de Coimbra por ser de los mejores latinos que entonces había, y de este tiempo lo conocía el Obispo, diciendo además que ya entonces corría entre los estudiantes la fama de su virtud.

Los que asistían a una Misa del Padre José jamás lo podían olvidar. El Proceso está lleno de testimonios de toda clase de personas que, en conjunto, no pueden ponerse en duda. El resplandor de su rostro, el fenómeno de la levitación se repiten una y otra vez.
Hemos citado antes a un santo más cercano a nosotros: San Juan Bosco. Es históricamente cierto que en un día de primeras comuniones, el ayudante olvidó en la sacristía el copón que contenía las formas que el santo había de consagrar durante la celebración eucarística. Y es históricamente cierto que con las 30 o 40 formas consagradas que se guardaban en el Sagrario dio San Juan Bosco de comulgar a los más de 500 niños que se acercaron a recibir al Señor. ¿Qué importancia puede tener este hecho comparado con el milagro de la Transubstanciación? fue la respuesta de Don Bosco.

Nuestra fe “comunitaria” (santos no faltan, pero no salen en la televisión) se ha enfriado notablemente. No es que seamos “incrédulos” Hoy somos más “crédulos” que nunca... Pensemos en los horóscopos, en la cartomancia, en la simple publicidad, etc.

Pero la Nueva Evangelización, del individuo y de la sociedad, que urgía para el año 2000 el Vicario de Cristo, se está retrasando un poquito en nuestras familias y en nuestras comunidades cristianas. ¡Ojalá nos la revitalice el recuerdo vivo y la renovada devoción a nuestro portentoso Apóstol del Brasil.

 

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