En esta década, concretamente el 28 de diciembre de 1557, llega a Bahía Mem de Sá, como tercer Gobernador General de Brasil. Venía para un trienio, como los dos anteriores, que volvieron después a Lisboa, cumplido su mandato. La venida de Mem de Sá fue casi milagrosa, pues estuvieron a punto de naufragar. Es obligado presentar a este noble portugués, por su eficaz colaboración, durante 15 años, en la inmensa obra evangelizadora de los jesuitas.
Mem de Sá era hermano, por parte de padre, del famoso poeta Francisco Sá de Miranda, el que introdujo en Portugal los metros italianos, como Boscán y Garcilaso en Castilla, Hombre de Letras y de Leyes, ocupaba un alto cargo en la corte de Don Juan III. Su rectitud quizás estorbara un poco, y fue enviado al Brasil. Era viudo, peinaba canas y tenía dos hijos y dos hijas. A una de ellas, soltera, la dejó, como huésped, en el convento de las Dominicas de Lisboa. Al hijo mayor, Fernando, lo llevó consigo para no sentirse solo del todo.
No es posible hacer una semblanza completa del personaje, protagonista del Poema anchietano DE GESTIS MENDI DE SAA. Este Poema, escrito en 1561, al final del primer mandato de Mem de Sá, fue publicado el año 1563 en Coimbra por Francisco de Sá, hijo menor del Gobernador.
¿Cómo pudo escribir los 3.000 hexámetros latinos de este Poema el ocupadísimo Maestro y Catequista canario, y por qué lo escribió?
El “cómo” no lo sé. Un “portento” más de su inteligencia, de su inspiración o del poder de Dios. El “por qué” sí lo sé. Fue un encargo del Padre Nóbrega, su Superior. Terminado su trienio, Mem de Sá quería volver a Lisboa. El Brasil no le había ocasionado más que gastos y disgustos. El mayor de todos, la muerte, en heroica acción militar, de su hijo Fernando. Es impresionante la descripción latina de este suceso en el Poema anchietano. Volvería al Reino, ¡caso insólito!, más pobre de lo que vino. Pero podría rehacer su casa y cuidar de su hija menor, aún doncella
Con este motivo, escribió un Memorial al Rey, y pidió al Provincial un testimonio de su lealtad en el cargo. Anchieta fue el encargado de redactarlo en latín, como era de rigor. Y salió, ¡oh “portento”!, EL PRIMER POEMA ÉPICO DE AMÉRICA...
Serafim Leite, historiador tan eminente como parcial, negó a Anchieta la autoría de este Poema. Una de sus “razones” es que no lo terminara, habiéndole sobrevivido 25 años al Gobernador. ¡Supina ignorancia y desconocimiento absoluto de las personas! Ni el Memorial ni el Poema fueron atendidos en la corte de Lisboa. En el Brasil se quedó Mem de Sá durante cinco mandatos más, hasta su santa muerte el 2 de marzo de 1572. Fue enterrado en la Iglesia de los jesuitas de Bahía, fundada por él.
¿Por qué Anchieta cantó solamente el primer trienio, y no los cinco, del tercer Gobernador General del Brasil? ¿Por qué, en vez de 3.000 hexámetros, no tenemos 15.000? La respuesta es muy simple. Ni Anchieta estaba dispuesto, a no ser por orden
de su Superior, a cantar las glorias humanas de un Jefe, aun siendo tan justo y tan
cristiano como Mem de Sá, ni el mismo Gobernador lo hubiera consentido. A Mem de Sá, viudo, no le faltaron deseos de hacerse religioso. Podía haber sido el San Francisco de Borja portugués. Pero su misión providencial fue propiciar el ‘aldeamiento” (o “reducción”) de los indios, y secundar noblemente la acción de Nóbrega y Anchieta.
Oponiéndose firmemente a los poderes “fácticos” de su tiempo, consiguió que los indios no guerreasen entre sí y se destruyesen, como propiciaban no pocos colonos para su propio provecho. Ésta y otras empresas suyas quedan bien reflejadas en el DE GESTIS MENDI DE SAA. Y la alta espiritualidad del Gobernador consta en estos dísticos de la Dedicatoria:
Audi igitur quales verus sine fraude magister
Divino Iesus protulit ore sonos:
“Si vis perfectus caelum conscendere, vade,
Vende, et pauperibus porrige quidquid habes”
(Escucha, pues, lo que dice con labios divinos
Jesús, el maestro veraz que no engaña:
“Si tú quieres subir santamente a los cielos,
ve, vende lo que tienes, y dalo a los pobres”.)
[DE GESTIS, vv. 71 -74]
Un último doloroso detalle, que no suelen referir los historiadores, pero que consta en el Memorial de Mem de Sá a Don Juan fil. Nuestro insigne escritor y predicador Fray Luis de Granada, siendo Provincial de los Dominicos de Portugal y Visitador de la Orden, mandó que salieran del convento de las Dominicas de Lisboa las doncellas allí residentes, entre las que se encontraba la hija menor del virtuosísimo Gobernador General, tan benemérito de la Misión del Brasil...
Aunque la finalidad Del Poema encomendado por el Padre Provincial al Hermano Anchieta, era cantar las glorias del Gobernador, no pierde la ocasión el Apóstol del Brasil para ensalzar la piedad de los indios que ha venido a catequizar. Por brevedad doy sólo la traducción castellana, en que he procurado reproducir el ritmo del hexámetro latino:
En estas iglesias resuena de Dios la Palabra.
Aquí las brasílicas huestes traídas por Mendo,
asimilan de Cristo las santas costumbres.
Cuando su velo azafrán cada aurora se viste,
es digno de ver acercarse a los templos sagrados
muchedumbre creyente de fieles devotos;
y cuando el sol se desliza del mar al abismo,
cada cual a su modo engrandece a Dios Padre.
Aquí ya retiñe de Cristo la fe; aquí aprende
la mujer y el varón de su Dios los preceptos,
y beben, sedientos, las aguas de sana doctrina
Aquí los niños pequeños que nunca empañaron
su vida con culpas. Aquí las doncellas sin mancha,
en coros alternos, entonan los himnos sagrados,
y proclaman, mansísimo Cristo, tu nombre.
(DE GESTIS, vv. 1236-50).
En este cuadro, casi idílico, se refiere Anchieta a los cuatro “aldeamientos” o “reducciones” que gobiernan los mismos indios, bajo la dirección espiritual de los jesuitas, en los alrededores de la ciudad de Bahía. Pero no oculta el poeta el resto de la realidad con sus luces y sombras.
Describe también al indio en todo su régimen de vida. En sus viejas costumbres tribales: nomadismo, disolución, fiestas y orgías, antropofagia, hechicería; en sus relaciones con las tribus vecinas: guerras, armas, aderezos, canoas, nado y lucha en las aguas, elocuencia bélica...
En general, no les fue difícil a los indios a las órdenes de Mem de Sá, el Gobernador recto y justiciero, abandonar sus inmundas chabolas llenas de humo, para construir otras más limpias y saludables (vv. 1060-2). Antes, eran seminómadas; después de dos o tres años, se les caían sus pobres chozas, escaseaban los frutos y la caza, y, forzosamente, como las bestias, buscaban otros matos y levantaban otros tugurios (vv. 1032-35).
Podríamos alargar las citas para demostrar el extenso conocimiento que en seis años había adquirido Anchieta del indígena americano y, sobre todo, el profundo cariño con que los llevaba en el corazón. Incluso las “aberraciones” más extrañas a su cultura occidental y a su fe cristiana las reseña con objetividad sin añadir ningún juicio de valor.