Fuerte y sano. Si no, no lo hubieran enviado sus padres tan lejos, Y menos a esa edad. Bueno, lo de la edad no era entonces tan protocolario como ahora. Vimos a José actuando de testigo, a los doce años, en un documento público. Doce años tenía también el que hubiera sido Don Juan III de Castilla, cuando su madre, Isabel la Católica, lo armó caballero en Loja durante el sitio de Granada.
De la etapa conimbricense del Apóstol del Brasil sólo consta documentalmente su fecha de entrada en la Compañía de Jesús (1 de mayo de 1551) y su salida de Lisboa para
Bahía (8 de mayo de 1553). Pero abundan las “referencias” propias y las de sus biógrafos. Y no faltan tampoco las “conjeturas” de los historiadores... Y los “enigmas” de la Historia.
¿Por qué fueron los hijos de Doña Mencía, Pedro Núñez de Villavicencio y José de
Anchieta, a Coimbra y no a Salamanca? Pedro era “cristiano nuevo” por parte de padre y
madre. José sólo por su madre, pues su padre era vasco. (Otro hecho extraño: ¿cómo pudo
casarse aquel vasco con una viuda descendiente de judíos por los cuatro costados?)
Algunos dicen que en Portugal eran menos exigentes que en Castilla en punto a pureza de sangre... Otros nos recuerdan el parentesco de Don Juan de Anchieta con el santo Fundador de la Compañía de Jesús, tan firmemente establecida en Lisboa desde sus primeros años...
O simplemente que Canarias era entonces tan portuguesa como castellana. Y estaba mucho más cerca de Lisboa o Coimbra que de Salamanca o Alcalá. Doña Mencía, además, era oriunda de tierras extremeñas... y debió tener parientes en Coimbra, que acogieran con gusto a sus hijos.
Fuerte y sano llegó Anchieta a la Universidad. Fueron tres años de Filosofía o “Artes” y dos de novicio jesuita. Un lustro en total, que terminó de forjar su personalidad y que influyó notablemente en los cuarenta y cuatro largos años de su “portentoso” apostolado brasileño.
Para mejor entenderlo, conviene hacer antes una breve síntesis de sus circunstancias histórico-políticas.
El Prólogo se lo va a poner José Maria Pemán en “El Divino Impaciente”, tan injustamente olvidado.
Discuten amistosamente, sobre un nuevo globo terráqueo, estudiantes portugueses y castellanos, compañeros del navarro Francisco Javier...
JAVIER
...Por Castilla y Portugal
sabe el mundo su tamaño.
OLIVA
¡Sobre todo por Castilla!
BRJTO
¡Por Portugal sobre todo!
JAVIER
¡Qué vana es esa rencilla!
Tan ancha es la maravilla
que caben del mismo modo
el de casa y el hermano.
(sobre la esfera)
Mirad, con qué liso y llano
saber exacto y seguro,
hacia el Occidente obscuro
y hacia el Oriente lejano
donde nace la alborada,
van esos dos rumbos ciertos.
Son los dos brazos abiertos
de España crucificada.
Porque, aunque parecen dos,
una sola interna voz
les dice un mismo ideal.
Y así, con impulso igual,
invocando a un mismo Dios,
trazada sobre la frente
la misma cruz al partir,
Portugal, por el Oriente;
Castilla, por Occidente,
se buscan, y al coincidir,
las cinco Molucas son
cinco broches de coral
que abrochan el cinturón
de la idéntica ambición
de Castilla y Portugal..
Bajando a la prosa de los escuetos datos históricos hemos de recordar que cuando llega Anchieta a Coimbra apenas acaban de pasar 50 años del Descubrimiento. Colón había querido ir a la India y a las “Molucas” por el camino opuesto al de Vasco de Gama...
En 1493, el Papa Alejandro VI (el “Secretario General de la ONU” de entonces) trazó un meridiano a cien leguas al Oeste de las Azores o de Cabo Verde para separar las posesiones de Portugal de las de Castilla. Según esa línea, las Canarias serían portuguesas; pero conservaron la soberanía castellana, reconocida ya en 1481 por el Tratado de Alcaçobas.
En cambio, Juan II de Portugal, mucho más “sagaz” que los Reyes Católicos, consiguió en Tordesillas (1494) que las 100 leguas al Oeste de las Azores se convirtiesen en 370... Aun así, el Brasil portugués, que su descubridor en 1500 creyó que sería una isla más del Atlántico, a la que llamó Santa Cruz, hubiera sido solamente una pequeña franja de tierra americana.
Y ¿cuándo se “abrazaron” en las Molucas los castellanos y los portugueses? En 1520, el portugués Fernando de Magallanes, al servicio del Rey de Castilla, Emperador Carlos (casado con Isabel de Portugal), cruzó por el extremo sur del Atlántico el estrecho que lleva su nombre y llegó a las islas Filipinas, donde murió.
El vasco Juan Sebastián Elcano prosiguió la empresa y llegó a las Molucas el 8 de noviembre de 1521. El “abrazo” entre castellanos y portugueses no fue muy cordial, como a veces ocurre entre “hermanos”. La “redondez” de la Tierra, no obstante, quedaba plenamente demostrada. Juan Elcano arribó, por fin, a Sanlúcar de Barrameda en la nao Victoria el 7 de septiembre de 1522.
Conviene finalmente recordar bien una fecha redonda: el año “1500”… Cuando uno visita la Capilla Real de Granada, encuentra en la cripta cinco féretros, uno de ellos muy pequeñito. Los normales son de los Reyes Católicos y de sus hijos Juana de Castilla y Felipe I de Austria, que no llegó a gobernar, pues murió antes que sus padres...
Y ¿de quién es el féretro pequeñito? Del Infante Miguel, PRIMER NIETO de Isabel la Católica. Fruto del matrimonio de su primera hija, también Isabel, con Manuel I de Portugal, MIGUEL fue reconocido heredero por las Cortes de Portugal, Castilla y
Aragón. Hubiera sido el PRIMER REY de las Españas, pero murió, a los dos años de edad, ese año de 1500.
Ahora bien, en ese mismo año 1500, nació en Gante Carlos I de España, el Emperador, nieto también de Isabel y Femando, y cuyo hijo, Felipe II, en 1580, uniría, en su frente, las coronas de Castilla y Portugal, siendo, de hecho y de derecho, el PRIMER REY de las Españas. Aquel año jubilar de 1500 fue también descubierto el Brasil. Y 80 años después, cuando Felipe II llegó a ser “su Rey de verdad’, nuestro “portentoso” Padre José de Anchieta era Superior Provincial de todo el ya inmenso territorio del Brasil.
Empecé esta digresión con unos versos de Pemán y voy a cerrarla con otros de Anchieta. Pertenecen al “Auto de San Mauricio” estrenado el 22 de septiembre de 1595 en la Villa de Vitoria, capital del Estado (entonces Capitanía) de Espíritu Santo. La pieza teatral es bilingüe (portugués y castellano. En otros Autos usaba también Anchieta el tupí-guarani. La protagonista es la “Villa de Vitoria”, que empieza a hablar en castellano. El “Buen Gobierno”, que conversa en portugués, se extraña de este detalle, y le pregunta el por qué. Ella le responde:
Porque quiero dar su gloria
a FELIPE, mi señor,
el cual siempre es vencedor,
y por él habré VICTORIA
de todo perseguidor.
Yo soy suya, sin porfía,
y él es mi rey de verdad,
a quien la Suma Bondad
quiere dar la monarquía
de toda la cristiandad.
Volviendo a la Coimbra anchietana (1548-1553), vemos a José “fuerte y sano”. Casi nada sabemos de sus tres años de Universidad. “El Canario de Coimbra”, le decían, con cariño, sus compañeros. Así pues, además de sobresalir en el estudio, como lo prueba su Obra Literaria posterior, verdaderamente “portentosa”, Anchieta debió de tener una voz excelente, como su letra, y una alta inspiración musical, heredada sin duda de su abuelo Juan de Anchieta, el Chantre de la Reina Isabel. Era pues, también, el estudiante José un verdadero “cantautor”.
La Universidad de Coimbra estaba por entonces en todo su esplendor académico. Aunque con ciertas influencias luteranas y calvinistas. La fe del adolescente
canario no se conmovió. Pero sus costumbres quizás se tornaran algún tanto alegres y
mundanas. Es lo que parece deducirse de su Poema a la Virgen de 1563:
Aunque la verdadera fe, por la gracia de Dios,
siempre brilló en mí, con su claro esplendor,
estuvo sin embargo como muerta mucho tiempo, sin
obras buenas y casi sepultada por mis pecados...
(traducción castellana de los vv. 3515-8).
En su tercer año de Universidad pasa Anchieta por una crisis espiritual que resuelve consagrando, con voto, a la Virgen su castidad en la Sé (catedral antigua) de Coimbra. Lo hizo, con toda probabilidad, el 21 de noviembre de 1550. ¿Qué fue lo que le movió? Sin duda alguna, la conducta ejemplar de los nuevos estudiantes de la Compañía de Jesús, hacia los que guardó siempre un extraordinario afecto.
El contraste era verdaderamente escandaloso. Frente al lujo, la pobreza voluntaria. Y el apostolado con los niños y los pobres... ¡Y las Misiones de la India y el Brasil como un horizonte generoso para la propagación del Evangelio!
El 1 de mayo de 1551 José de Anchieta Llarena ingresa en el Noviciado de los jesuitas, y su hermano Pedro Núñez de Villavicencio Llarena vuelve a Tenerife para ordenarse de sacerdote.
De los dos años de noviciado de José apenas nos quedan “referencias”... Que ayudaba, cuando lo nombraron sacristán, hasta diez misas diarias de rodillas... Que un día le cayó una escalera de mano sobre las espaldas y lo dejó corcovado...
El hecho es que en el Noviciado cogió una enfermedad extraña y dolorosa, que le duró 44 años. “Enfermo con enorme capacidad de resistencia”, lo definía más arriba el Padre Kolvenbach. Y la ciencia médica actual, basada en una gran abundancia de datos históricos, declara que aquel muchacho “fuerte y sano” que llegó a Coimbra desde Tenerife en 1548, salió para el Brasil con una tuberculosis pulmonar que había pasado a los huesos originando la tuberculosis osteo-articular o mal de Pott, que deformó para siempre su anterior prestancia física.
En el capítulo 12 de la segunda carta a los Corintios refiere ampliamente San Pablo sus experiencias místicas y el contrapeso de su debilidad corporal. Creo que eso mismo le ocurrió al Beato Anchieta en Coimbra. Lo dijo bellamente nuestro poeta lagunero Manuel Verdugo:
Aquel varón humilde llamado José Anchieta
tuvo en su cuerpo endeble un alma de titán...
El gran milagro del Apóstol del Brasil fue su vida. Era humanamente imposible que sobreviviera nada menos que 44 años a su doble tuberculosis. Desplegando una fecundísima actividad “a pesar de la carencia absoluta de recursos”, como recuerda también el Padre Kolvenbach.
Antes de pasar al Brasil, tengamos en cuenta que la Compañía de Jesús fue aprobada como nueva Orden Religiosa en 1540. Al año siguiente Juan III de Portugal conseguía del Fundador dos misioneros para la India: el navarro Francisco Javier y el portugués Simón Rodríguez. Mientras preparaban el viaje, aquellos dos hombres “reformaron” la corte de Lisboa.
He usado el término con toda intención. La Iglesia necesitaba REFORMA. Pero no la falsa de Lutero o Calvino. Y menos la de Enrique VIII, que la sometió del todo al poder político. La verdadera REFORMA (iniciada en España por Isabel la Católica) fue la de Trento, “contestada” por los que no la conocen. Y aceptada con entusiasmo por Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, por Pedro de Alcántara y Juan de Ávila. Por toda la maravillosa constelación de los santos y misioneros cristianos del siglo XVI.
Y ningún historiador serio puede dudar de la misión providencial que desempeñó la naciente Compañía de Jesús en aquella verdadera REFORMA. Los dos teólogos del Papa en el Concilio, Laínez y Salmerón, fueron compañeros de Ignacio de Loyola en Paris. También fueron jesuitas Simón Rodríguez y Francisco Javier.
El “Divino Impaciente” llegó a la India después de costear toda África hasta su
extremo nororiental, la isla de Socotora, donde los nativos le pidieron que se quedara.
No pudo ser porque iba a la India como Nuncio del Papa. Javier, después de llegar hasta el Japón en misiones inverosímiles, se disponía a entrar en la China y atravesarla a pie para llegar a París y reclutar los misioneros que el mundo necesitaba. La muerte le sorprendió, a los diez años de su fecunda labor, el 3 de diciembre de 1552.
El Padre Simón Rodríguez fundó la primera Provincia de la Compañía de Jesús, la de Portugal, a donde llegaban las cartas de Javier, que difundían por toda Europa el fervor misionero.
La Misión del Brasil empezó en 1549 con el envío de los primeros jesuitas que acompañaban al primer Gobernador General (el equivalente de los virreyes castellanos) Tomé de Sousa. El primer Superior de la Misión fue el Padre Manuel de Nóbrega, que poco después fue nombrado Viceprovincial dependiente de Portugal.
A la llegada de Anchieta con la tercera expedición misionera en 1553, el Brasil pasó a ser una nueva Provincia independiente, gobernada también por el Padre Nóbrega, bajo la jurisdicción directa del Padre Ignacio, primer General de la Compañía de Jesús hasta su muerte el 31 de julio de 1556.
Para que nos formemos alguna idea de la “rapidez” de las comunicaciones en el siglo XVI, diré que al salir Anchieta de Coimbra, aún no había llegado la noticia de la muerte de San Francisco Javier, ocurrida año y medio antes. Y tampoco supo “oficialmente” que su padre había muerto durante su viaje a Bahía, hasta un año
después. He dicho ¡oficialmente! porque pienso que tuvo algún otro género de comunicación...